Es ampliamente sabido que existe una brecha salarial entre mujeres y hombres en prácticamente todo el mundo. Lo que no está tan difundido es si esto ocurre en absolutamente todos los mercados laborales, o si tal vez existen algunos en que las mujeres llevamos la delantera. Esta es la pregunta que nos presentó la colega Ashley Mearsen una charla en Columbia; ¿en qué mercados laborales las mujeres ganan más que los hombres?
La pregunta puede ser muy relevante para el desarrollo laboral femenino. Existe toda una línea en sociología económica que estudia mercados extraños para encontrar los mecanismos por los cuales se crea valor en esos mercados. Además de entender cómo funciona la sociedad, estos estudios permiten gestionar esos mecanismos en otros mercados donde los mismos se encuentran presente pero afectan menos.
Es decir, si encontramos mercados laborales donde las mujeres ganen más, podemos aprender qué hace que las mujeres sean más valoradas en el mercado laboral y aprender a jugar con eso en otros mercados.
Ante la pregunta de Mears, la primera intuición de los presentes fue pensar en los mercados laborales mayormente femeninos: profesoras, enfermeras, trabajadoras sociales, etc. Pues al contrario, Mears nos mostró que en esos mercados la brecha salarial es incluso mayor, es decir, los hombres que trabajan en pegas típicamente femeninas ganan no sólo más sino que notoriamente más que las mujeres en el mismo rubro.
Sin embargo, sí existe un mercado laboral en que se rompe esta regla: el modelaje. No solo hay menos hombres en la industria del modelaje, en todos los niveles, sino que las mujeres ganan significativamente más por el mismo trabajo, con la misma experiencia, la misma marca, las mismas horas, etc. La diferencia es abrumadora, entre un 25% y un 75% más por la misma pega. Y la diferencia no es sólo en promedio, que podría estar sesgado por unas cuantas mujeres ganando muchísimo y ningún hombre en la misma situación. Sosteniblemente, por una misma sesión de fotos para una misma publicidad, la modelo (mujer) gana significativamente más que el modelo (hombre).
Ashley Mears (la profe que dio la charla) lo tiene clarísimo ya que antes de sacar su doctorado en sociología ella fue modelo. Y volvió a modelar mientras era estudiante para escribir su tesis sobre el tema. Según sus datos, si una mujer gana 4,000 dólares por una sesión de fotos de seis horas para un diseñador de moda, el modelo (hombre) que la acompaña no gana más de 2,000, y usualmente no en efectivo sino en ropa del diseñador en cuestión. Esta es una segunda disparidad que me sorprendió aún más, incluso en las marcas top a los hombres rara vez les pagan más del 50% en efectivo, su pago más común es en productos de la marca.
Una razón para la diferencia podría ser que dado que las mujeres consumen más ropa, el mercado favorece a las mujeres. Pero resulta que las modelos que venden productos de hombre también ganan más que los modelos hombres. Es decir, en un comercial de colonia de hombres las mujeres que salen con el modelo ganan más que él, aun cuando parezca que él es el principal. Así también las modelos de cigarrillos y de alcohol, productos consumidos más por hombres, ganan más que los hombres que hacen lo mismo.
En definitiva, las mujeres son más demandas tanto en pasarela como en publicidad porque tanto los productos para mujeres como los productos para hombres los venden mujeres. La única excepción parece ser David Beckham.
Otra teoría es que cuando se trata de “vender el cuerpo” el cuerpo femenino es más valorado que el masculino. Pero esto tampoco parece ser totalmente cierto; entre actores, deportistas, bailarines y otros trabajos “físicos” los hombres ganan siempre más que las mujeres (si, incluso el ballet). La razón, dice Mears, es que en esos trabajos los cuerpos se perciben como haciendo algo, se requiere algún talento o habilidad. En el modelaje en cambio, los cuerpos están en exhibición, son pasivos, no necesitan demostrar ninguna habilidad.
Poco importa si esto es verdad o no. Mears misma es testigo del esfuerzo y la técnica que se necesita para triunfar como modelo, pero lo cierto es que en sus variadas entrevistas con modelos, buscadores de modelos (scouts), managers, diseñadores, agencias de publicidad y todo quien tiene algo qué decir del mundo del modelaje su conclusión fue que las mujeres ganan más en el mundo del modelaje porque se valora a las personas en tanto objeto de exhibición y no se considera un trabajo basado en una habilidad.
La paradoja entonces, es que lo que parece una valorización del trabajo femenino no lo es tal. Pues no se considera el modelaje como un trabajo. Las mujeres son valoradas más que los hombres solo en tanto objeto y sus posibilidades de exhibición, y no de funcionalidad, productividad o aporte para ello.
Desgraciadamente, entonces, Mears nos deja igual que cuando empezamos, sin ninguna estrategia para cerrar la brecha mientras queramos ser valoradas por nuestro trabajo. A menos claro que se opte por un trabajo de exhibición.
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